Que de sangre
Dios nos mostró!
¡Alabado el Rey
que murió!
Su pasión nos
libra del mal;
Lejos del redil
de mi dueño
Vime mísero,
pequeño, vil.
El Cordero
sangre vertió,
Me limpia solo
este raudal.
Coro
Sé que solo en
ti me emblanqueceré,
Lávame en tu
sangre Jesús,
Y nívea blancura
tendré.
2.- La punzante
insignia llevó,
En la cruz dejó
de vivir;
Grandes males
quiso sufrir,
No en vano empero
sufrió;
Al gran
manantial conducido,
Que de mi maldad
ha sido fin,
“Lávame” le pude
decir
Y nívea blancura
me dio.
3.- Padre, de ti
lejos vagué,
Extravióse mi
corazón;
Como grana mis
culpas son,
No con agua
limpio seré;
A tu fuente
magna acudí,
tu promesa creo,
oh Jesús,
La eficaz virtud
de tu don,
La nívea
blancura me dé.